En el vasto catálogo del cine bélico, pocas películas logran transmitir la crudeza de la guerra con la intensidad y la honestidad como aquella dirigida por Elem Klimov en 1985, una obra soviética que no solo es considerada una de las mejores películas de guerra de todos los tiempos, sino también una experiencia cinematográfica que dejó cicatrices emocionales y físicas.

Masacre (Ven y mira)‘ (‘Idi i smotri’), una película bélica que no solo desbordó los límites del cine de guerra, sino que redefinió lo que significa mostrar la brutalidad del conflicto humano. Lejos de los convencionalismos narrativos y visuales de la época, Klimov apostó por una autenticidad visceral, utilizando escombros reales, fuego genuino y balas auténticas para sumergir al espectador y obligar al actor a vivir la experiencia sensorial que trasciende la pantalla.

La historia sigue a Flóra, un adolescente bielorruso que, tras encontrar un fusil enterrado, se une a la resistencia contra la ocupación nazi en 1943. A lo largo de su viaje, el joven presencia y experimenta horrores indescriptibles que transforman su rostro y su alma. Este descenso al infierno bélico se ve reflejado en la elección estética y técnica de Klimov, quien, en lugar de recurrir a efectos especiales, optó por la crudeza de la realidad. 

El rodaje se llevó a cabo en la reserva natural de Berezinsky, en Bielorrusia, durante nueve meses, y se filmó en orden cronológico para capturar la evolución emocional del protagonista. Para lograr una atmósfera genuina, se utilizaron explosivos reales en lugar de pirotecnia simulada, lo que incrementó el riesgo para el equipo y los actores, además del uso de munición real en los tiroteos.

Además, se incorporaron actores no profesionales, muchos de ellos sobrevivientes de la guerra, quienes aportaron una autenticidad emocional que ningún actor entrenado podría haber replicado.

Una película que no se ve, se sobrevive

El resultado es una película que no busca solo narrar una historia, sino transmitir una sensación: la guerra como un monstruo insaciable que devora todo a su paso. La cámara, a menudo en movimiento con Steadicam, sigue a Flóra en su travesía, permitiendo al espectador experimentar la angustia y el caos en tiempo real. Las escenas de violencia, aunque escasas, son tan impactantes que se graban en la memoria colectiva, como la devastadora imagen de una granja incendiada con personas atrapadas en su interior, una escena que sucedió en realidad y que está documentada como la Matanza de Katyn.

‘Ven y mira’ no es solo una película bélica; es una obra maestra que, a través de su realismo brutal, obliga al espectador a confrontar la realidad de la guerra sin filtros ni adornos. La decisión de Klimov de utilizar elementos auténticos en el rodaje no fue una casualidad, sino una apuesta consciente por la verdad cinematográfica que resultó en una de las representaciones más poderosas y perturbadoras del sufrimiento humano en la pantalla grande.

Fotos de The Movie DB

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