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Valoración

Llega a la gran pantalla la tercera y última entrega de la trilogía de Venom, que pese a sus buenos números en taquilla, no ha terminado siendo lo que muchos se esperaban de todo un personaje como Venom.

Sinopsis

Eddie y Venom están a la fuga. Perseguidos por sus sendos mundos y cada vez más cercados, el dúo se ve abocado a tomar una decisión devastadora que hará que caiga el telón sobre el último baile de Venom y Eddie.

Crítica

Poco rescatable de esta Venom: El último baile. Lo que podría haber sido un cierre digno a una trilogía que arrancó bien, pero que no rindió en su segunda entrega, termina siendo más de lo mismo. Especialmente por su acción, cuanto menos cuestionable, tanto en calidad como en cantidad, y sus chistes, que comienzan funcionando, pero terminan siendo un impedimento.

En la dirección está Kelly Marcel (Cincuenta sombras de Grey, Cruella). Nada fuera de lo normal, más allá de un intento final de aportar una carga dramática que es inexistente a lo largo de la película, con un montaje que intenta conmover, pero que termina generando indiferencia.

Los problemas de Venom

El guion hace aguas desde el inicio y, brinda situaciones absolutamente surrealistas e incongruentes. Uno de los ejemplos más claros que hay se puede ver ya en el propio tráiler. Los xenofagos solo pueden detectar el códice cuando Venom y Eddie están transformados. Y justo cuando estos llegan al casino de Las Vegas, se encuentran con la señora Chen, que casualmente se está haciendo de oro y tiene la mejor habitación del hotel. Y pese a que Venom y Eddie saben que si se juntan les encuentran, deciden bailar igualmente con ella al son de ABBA. Algo completamente sin sentido, pues a los pocos segundos llega de nuevo el xenofago.

De hecho, la banda sonora es uno de los aspectos más destacables de la cinta. ABBA, Queen, David Bowie… También se puede disfrutar de algún momento atractivo, sobre todo en la acción de la pelea con el xenofago, aunque no se acerca a lo que podrías esperar de Venom.

Algo también positivo es Tom Hardy. Aunque algo decaído y plano -tampoco hay mucho más que ofrecer- se le ve todavía comprometido con el proyecto. Su química con el simbionte sigue siendo el principal sustento del film. Algunas de sus interacciones son divertidas y, aunque otros chistes no funcionen, termina ofreciendo momentos que entretienen.

Por desgracia, los secundarios de la cinta parece que estén puestos ahí para cumplir una función concreta y ya. Personajes planos, con un trasfondo que parece no importar, como los de Juno Temple o Rhys Ifans, que, en definitiva, no logran funcionar.

El personaje de Knull es patético. No hay más. Ya desde su introducción -la primera escena de la película, donde explica todo lo que pasa como si de una peli de serie B se tratara-, puedes ver que su aportación será inútil. Y así es. Un villano que en los cómics es una amenaza poderosa, y aquí queda relegado a, como mucho, algún futuro proyecto de la compañía. Desaprovechado al igual que Carnage en la segunda entrega de la trilogía… o como el propio Venom.

Lejos queda ya aquella primera entrega de Venom (2018), injustamente azotada, más teniendo en cuento las dos películas que la han seguido. De más a menos ha ido la saga de Sony, que por lo menos si logra recaudar dinero con estas cintas, a diferencia de otras producciones que han estrenado los últimos años -aunque incluso de peor calidad-. En definitiva, un cierre con sabor amargo y poco memorable a una trilogía con trayectoria descendente.

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