Es probable que ese ‘That funny feeling’ que Bo Burnham cantaba en su esencial ‘Inside’ sea la canción que mejor define esta década. Sus rimas sobre la banalidad de lo que nos encontramos día tras día mientras nuestra cabeza explota con problemas mentales de todo tipo (disociación, desrealización, «ese curioso sentimiento», llámalo como quieras) marcan un mundo que, en muy poco tiempo, ha cogido velocidad, sin tener muy claro el lugar hacia el que quiere llegar, con nosotros como pasajeros aletargados y temerosos por nuestro presente y nuestro incontrolable futuro. ‘Decorado’ no es sino otra muesca más en este mosaico de obras descorazonadoras que reflejan el espíritu de nuestra época. Y no lo digo como algo precisamente alegre.

¡Cortina y se acabó!

Aunque no te terminen de gustar sus propuestas, es imposible no rendirse a los pies de Alberto Vázquez. En un mundo en el que todo es tan homogéneo que incluso la IA se empeña en plagiar el estilo ya pasado de Pixar, el director español se atreve con unos diseños propios, una animación en dos dimensiones artesanal y unos argumentos adultos que tratan al espectador como un ser inteligente. En ‘Unicorn Wars’ ya demostró de lo que era capaz, y en ‘Decorado’ suma otro éxito contundente gracias a unos fantásticos diseños dirigidos por el mismísimo Albert Monteys (autor de la fantástica ‘¡Universo!’, entre muchos otros cómics imprescindibles) animados al ritmo de una historia que baila al son de la inevitable depresión gradual del capitalismo tardío.

Que no os engañen los amables diseños de las ratitas protagonistas de ‘Decorado’: al igual que la película anterior del director, es exclusivamente para adultos. No porque tenga escenas sexuales o palabras malsonantes, sino porque la temática se puede hacer aburrida para cualquier niño: al fin y al cabo, se trata de una metáfora sobre huir del dominio de las corporaciones y encontrar tu propio camino (e incluso el amor) en un mundo que está dispuesto a marginarte si te sales del camino marcado, del trabajo diario, de hacer siempre el mismo trayecto sin salirte de la línea de puntos. Todo ello con un tono oscuro, triste, melancólico y protagonizado por absolutos fracasados incapaces de sacar adelante su propia vida. Vamos, igualito que la película Disney de turno. 

Debo reconocer que, aunque la película supone un triunfo absoluto, se me atragantaron ciertas obviedades del libreto que parecen concesiones al público más despistado (el hecho de que haya un hada llamada Depresión o el tratamiento casi caricaturesco del jefe de María no son precisamente sutiles), pero la valentía de sacar adelante un proyecto como este pasa por delante de cualquier pequeña objeción que se le pueda poner. Es, eso sí, una obra más lírica que ‘Unicorn Wars’, que va menos al grano y es algo más rocambolesca en su discurso, llegando a un final-rompecabezas apoteósico que deja que cada espectador saque sus propias conclusiones. 

Todo esto, atrezao

‘Decorado’ es, en cierta manera, una visión actual de las fábulas orwellianas, sumergida en la desazón vital causada por un «Gran Hermano» incluso más omnipresente que en ‘1984’. En esta película, el trabajo no solo es necesario y deseado para no convertirse en un paria, sino que pasa, sí o sí, por las manos de unos jerifaltes corruptos que solo permiten ver parte de sus tejemanejes, metiendo miedo a sus empleados para evitar destellos de atrevimiento y premiando a los más serviles. Cualquier parecido con la realidad, efectivamente, no es mera coincidencia.

Aunque abre una brizna de esperanza en su último tramo, ‘Decorado’ no duda en ser opresiva e insertar depresión, tristeza y mostrar una vida gris a lo largo de todo el metraje, al mismo tiempo que convierte su rompecabezas en algo más o menos extraño y difícil de poner en orden. Es cine en estado puro y rabioso, que, en lugar de plegarse a los mandatos del algoritmo o a los designios de un productor ejecutivo que quiere hacer billetes, se centra en narrar desde dentro, desde una sangre hirviendo, una necesidad ignota de crear, sorprender e interpretar una realidad triste y desesperanzadora. Y así, Vázquez se rebela como lo que siempre ha sido: un autor que lucha contra las convenciones.

Puedes creer que eres libre, pero no sabes hasta qué punto esa libertad está coaccionada por factores externos. Puedes creer que eres feliz, si no fuera porque la vida puede darte golpes hasta convertirte un amasijo. Puedes creer que nadie te controla, pero, en tu fuero interno, sabes que no es así. ‘Decorado’ pone el foco en todas las realidades que preferimos no ver y le pone un envoltorio cuqui para que sea más fácil hacerlo, casi con tintes de Looney Tunes. Hay algo de esquizofrenia y de ‘Show de Truman’ comunitario en su mágico mejunje, pero también infiernos personales, violencia social, amor por inercia, puro nihilismo, criaturas mitológicas en cuyas garras poner nuestras vidas y hadas depresivas que, con un poco de valentía, puedes aplastar con constancia en lugar de dejarte llevar. Y quizá, por fin, encontrar sentido en este galimatías vital que es la adultez.

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