No hay momento en la vida de un ser humano que asuste más que recibir de improviso un mensaje de la Agencia Tributaria. Por mucho que la mayoría entendamos la necesidad de los impuestos, hay tres verdades absolutas: a nadie le gusta pagarlos, siempre nos parecen demasiado altos y los que se pueden bañar en dinero saben encontrar la manera de hacer «contabilidad creativa» para librarse de ellos. Puede, de hecho, que no haya trabajo más odiado y temido en este país que el de inspector de Hacienda. Quizá por ello Diego San José se ha tomado como un reto poner el foco en su trabajo manufacturando ‘Celeste’, un thriller naturalmente calmado, apasionante a su manera y con un personaje principal perfecto en sus imperfecciones.

Con la prensa en la puerta y la deuda en Hacienda

Se ha comparado mucho ‘Celeste’ con los asuntos financieros de Shakira en nuestro país (incluyendo la fantástica campaña de promoción, con el eslogan «Algunas no facturan»), pero es tan inteligente que vira el punto de vista hacia el más inesperado. A San José, uno de los autores con más personalidad de nuestro país, no le importa la opinión de Celeste, su aparente sufrimiento (que solo se adivina en un par de líneas de guion) o sus motivaciones para evadir impuestos, sino la persecución del gato y el ratón entre despachos y papeleo que en cualquier otra mano sería tremendamente aburrido y aquí crea un clima de tensión tan irregular como acertado.

No termino de entender por qué ‘Celeste’ está considerada como una comedia, porque lo es tanto como ‘The Bear’: puede tener un par de chistes para relajar la tensión y una premisa cómica, pero en su base es un drama que se niega a dar momentos de humor o slapstick a su protagonista, Sara, que tiene la misma personalidad que esperaríamos de una inspectora de Hacienda llevando el mayor caso de su vida. Carmen Machi se resiste al histrionismo igual que el guion evita cualquier situación con punchlines y humor: Sara no es una inspectora diferente, repleta de jolgorio y siempre con un chascarrillo en la boca. Al contrario.

Sara es una trabajadora modelo de la Agencia Tributaria que trata de sobrellevar sus dramas personales, volver a sentirse deseada, limpiar el pis que el perro le regala cada vez que vuelve a casa (ojo al sutil cambio al enfrentarse a ello a lo largo de los capítulos), encontrar un punto en común con su hija y, ya de paso, desvelar un pufo fiscal de más de veinte millones de euros de la cantante latina más famosa del momento. Por el camino descubrirá quién es ella y secretos sobre su propio pasado, pero sin salirse (casi) nunca del saber estar y la profesionalidad. Y es fascinante, con lo tentador que es crear un personaje «distinto» (al estilo de ‘Mamen Mayo’, otra de las grandes apuestas patrias de la temporada), cómo ‘Celeste’, dentro de su descabellada historia, se atreve a enrocarse en la cruel realidad de la vida para elevarla un escalón más allá.

Fotos por donde me ven, aquí me siento un rehén

El personaje interpretado magistralmente por Carmen Machi es uno de los más complejos que han dado las series españolas en los últimos tiempos, repleta de matices, terrenales sinsentidos e infernales contradicciones, adicta al trabajo a su pesar, pero ansiosa por aprovechar el resto de su vida. El problema es que no sabe cómo hacerlo, siempre encerrada entre impuestos, notas de gasto e inspecciones. Frente a ella se abre un abanico de personajes entre la melancolía imposible de aguantar (Tony el paparazzo, un espectacular Manolo Solo), la corrupción política, la inocencia de los inicios y la psicopatía tan propia de los seguidores de las celebrities. Lejos de ser estereotipos, todos tienen una evolución que se siente natural y jamás son un simple recurso barato de guion.

La construcción de personajes está a años luz de prácticamente cualquier otra serie española estrenada este año. Y hay un motivo para ello: entre bambalinas está Diego San José, una de las piezas clave de la historia de la comedia en España al que podéis unir con éxitos como ‘Vota Juan’, ‘Fe de etarras’, ‘Ocho apellidos vascos’, ‘No controles’, ‘Pagafantas’ o incluso ‘Vaya semanita’ o ‘Qué vida más triste’. Y se nota su saber hacer: lejos de centrarse simplemente en contar los puntos clave de la historia o depender de los cliffhangers, considera tan importante el viaje exterior (encontrar los días en los que Celeste estuvo en España) como el interior.

Seis episodios de media hora. Realmente no se necesita más para contar una historia que deje huella, hacerlo con profundidad narrativa y conseguir destacar entre el mar de propuestas actuales (tan multitudinario como homogéneo). Otros creadores quizá hubieran tratado de alargar los episodios hasta los cincuenta minutos, o darle un toque de patochada y entremés, pero en ‘Celeste’, como en una buena inspección, saben que es esencial ser concretos, ir al grano y dejar un recuerdo imborrable de su visita. Porque, al final, esta serie logra lo imposible: que apoyemos, aunque solo sea un momento, al villano de nuestras vidas.

Obligándonos a dar un increíble salto de fe, ‘Celeste’ nos pone de lado del recaudador humanizando a Hacienda sin glorificarla -ni lejanamente, por suerte-. San José es consciente de que cuando Shakira cantaba «Las mujeres no lloran, las mujeres facturan» muy pocos oyentes pensaron irónicamente en los 14,5 millones que la cantante evadió entre 2011 y 2014 y muchos en lo «brava» y «reina» que era. Como pasa en ‘Celeste’, el público general se pone a favor del famoso, del futbolista o de la cantante de moda sin pensar que están utilizando su fama para aprovecharse de ellos.

La serie de Movistar Plus+ no viene a hacer proselitismo, ojo: es demasiado inteligente como para eso. En su lugar, coge el papel de abogada del diablo, encontrando los matices en una situación que no debería tenerlos, y aportando el punto de vista de una funcionaria que solo quiere pasar su jubilación frente al mar, comer patatas bravas y hallar, uno tras otro, los días que le faltan para probar el desfalco fiscal más grande de su carrera. A medio camino entre la investigación policial y el drama intimista, ‘Celeste’ encuentra su hueco en un fantástico panorama para las series patrias demostrando que también aquí se pueden hacer obras con una perfecta (perdón por el chiste) factura.

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