estrenos-terror-diciembre-2024-peliculas-series

Valoración

La última película del cineasta Robert Eggers, Nosferatu, llega a los cines españoles el próximo 25 de diciembre de 2024.

  • Fecha de estreno: 25 de diciembre de 2024
  • Género: Terror
  • País: Estados Unidos
  • Año: 2024
  • Duración: 132 min
  • Dirección: Robert Eggers
  • Reparto: Bill Skarsgård, Nicholas Hoult, Lily-Rose Depp, Aaron Taylor-Johnson, Emma Corrin, Ralph Ineson, Simon McBurney, Willem Dafoe
  • Música: Robin Carolan, Sebastian Gainsborough

La mítica historia de Nosferatu cobra vida nuevamente en manos de Robert Eggers, quien recrea este oscuro relato gótico con una atmósfera cargada de tensión y misterio, tan característica de su propio estilo.

La película se centra en la perturbadora obsesión de un vampiro, interpretado por Bill Skarsgård, quien acecha a una joven atrapada en un torbellino de horror. En esta ocasión, Eggers va en busca de la complejidad psicológica que convierte el encuentro entre la joven y la criatura en una tragedia impregnada de terror y belleza.

Esta versión, basada en la obra de 1922 y homenajeando sus raíces expresionistas, se destaca por el talento de su elenco y la detallada estética visual.

El regreso de Eggers al género de terror marca para muchos un momento esperado en el cine contemporáneo, mostrando su enfoque meticuloso para capturar el lado oscuro de la psique humana y el encanto siniestro de lo sobrenatural.


Ver ficha completa

Crítica Nosferatu (2024)

Nosferatu es una nueva reformulación trágico-gótica de la célebre obra de Bram Stoker, Drácula, para la que Eggers ha tomado como punto de partida la icónica versión de 1922 de F.W. Murnau, añadiendo su propio sello estilístico. Dando forma a una obra que, a pesar de sus aspiraciones artísticas, no logra evitar caer en una ejecución algo decepcionante, previsible y maniquea.

El cineasta, conocido por su capacidad para generar atmósferas y por su afán por sumergirse en lo lúgubre y lo fantasmagórico, parece estar encorsetado esta vez, limitado por la obligación de mantenerse fiel al material original. Su ferviente deseo de imbuir la obra de una elevada complejidad estética, en ocasiones, parece ir en detrimento de la narrativa y de la propia propuesta.

(Re) presión atmosférica

Eggers, aunque talentoso a la hora de formular densas y opresivas set-pieces, se ve constreñido por la estructura de un relato que ya es en sí mismo una pieza cargada de tropismos y clichés del género. Esto genera una sensación de encierro y agotamiento, donde, a pesar de las florituras visuales exhibidas por el realizador, no se logra romper con la redundancia imperante. La truculenta historia narrada, que debería ser escalofriante y enigmática, termina viendo como su fuerza se diluye según avanza el metraje. Las acciones se dilatan innecesariamente y los personajes, por más que se desarrollen, carecen de la suficiente profundidad.

No cabe duda de que la estética de Nosferatu está cuidadosamente trabajada. Las imágenes son estilizadas, influenciadas por lo pictórico y los códigos propios del cine de terror clásico. Sin embargo, el deslumbrante trabajo estilístico, que en otras circunstancias podría haberse considerado el punto fuerte de la película, aquí no resulta suficiente para contrarrestar su irregular motor narrativo. La virguería técnica no equilibra la balanza esta vez.

Cumplidora, pero hasta ahí

A pesar de la magnificencia de los escenarios y el diseño de producción, estos elementos no poseen la suficiente fuerza por sí mismos como para marcar una diferencia real. La caligrafía gótica que confecciona su lenguaje visual – el uso de sombras al más puro estilo del expresionismo alemán, las deformidades físicas o la sangre negra cómo la noche – es estimulante per se, pero al ser utilizado de manera recurrente como artilugio efectista, termina por imprimir una especie de lánguida cadencia al film,volviendo a este incapaz de sorprender o cautivar al espectador como cabría esperar.

Toda la simbología expuesta está plagada de una excesiva carga iconográfica, provocando una sobrecarga visual que se torna en un accidentado obstáculo. Eggers recurre a un virtuosismo estilístico que termina eclipsando lo esencial. La cámara, esta vez menos inspirada que de costumbre, parece más interesada en la creación de un ambiente opresivo – no tan funcional cómo debería – que en un desarrollo de un apartado argumental más sólido. Si bien su universo puede resultar fascinante en un principio, con el tiempo se vuelve claustrofóbico – en el mal sentido – y saciante de más, haciendo que el espectador quede con la panza llena de una estética que, lejos de enriquecer la experiencia, parece restarle frescura y dinamismo a la película.

Conclusión

La Nosferatu de Eggers es una película que promete mucho en términos visuales y conceptuales, pero que termina fallando al no encontrar un equilibrio entre forma y fondo. La propuesta es sin duda notable a nivel formal, pero, a pesar de sus imágenes estilizadas y su atmósfera única, el relato se sigue sintiendo cargado y redundante. En lugar de ser una relectura fresca de un clásico del cine de terror y de la literatura, Nosferatu es un ejercicio insuficiente que no logra escapar de ciertas limitaciones autoimpuestas.

Ver fuente