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Como sabes, en SOYDECINE solemos esperar con gran interés cualquier película o serie que provenga del sello A24. Por ello, cuando supimos que Rabos (Dicks, en su versión original) sería el primer musical que la productora llevaría a la gran pantalla, nuestras expectativas hacia el mismo eran bastante altas. ¿Vale la pena Rabos: el musical? Tras haberla visto queremos contarte nuestra opinión sobre ella.

Sinopsis

Craig y Trevor, dos rivales en los negocios, narcisistas y fanfarrones, descubren que son gemelos idénticos separados al nacer. A partir de ese momento, deciden intercambiarse para conseguir que sus padres divorciados vuelvan a estar juntos. De la mano de Larry Charles, director de Borat, llega este musical irreverente y depravado por el que desfilan una galería de excéntricos personajes

Aaron Jackson y Josh Sharp escriben y protagonizan una adaptación de su propio musical de Broadway ‘Fucking Identical Twins‘, y cuenta en su reparto con Nathan Lane (Una jaula de grillos, Los productores, Modern Family, Beau tiene miedo), Megan Mullally (Will & Grace, The Disaster Artist) o la rapera Megan Thee Stalion.

Crítica de Rabos: el musical

Con gran pesar debo reconocer que Rabos: el musical me ha parecido una producción bastante mediocre dentro de lo que podría haber sido. Quizá mis expectativas me jugaron una mala pasada, pero cuando desde su distribuidora se nos promete “una película llena de canciones con letras originales y gamberras, chistes delirantes y personajes grotescos” esperamos encontrar algo más similar a la obra de John Waters que a un sketch de Saturday Night Live o Ru Paul Drag Race demasiado largo. Y lo digo también en términos estilísticos, pues más allá de contar con un argumento que sobrepasa el absurdo y que carece de ritmo narrativo, como musical, nos encontramos ante una propuesta muy pobre en lo visual y también en lo sonoro.

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Rabos: El musical | Imagen cedida por YouPlanet

Rabos: el musical fracasa como tal. Sus canciones están lejos de ser memorables. Y aunque se nota el esfuerzo de sus protagonistas en que las cosas salgan bien, salvando, quizá, la interpretación de Nathan Lane, se nos queda como una cinta bastante descafeinada que busca, sobre todo, captar la atención de la audiencia que forma parte del colectivo. Sin embargo, pese a estar disfrazada de “gamberra” o “atrevida”, bajo sus diálogos histriónicos y su búsqueda constante de lo bizarro, no encontramos nada que valga la pena reseñar.

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