La voluntad para provocar es mejor recibida de lo que muchos opinólogos quieren dar a entender, pero hace falta tener un sustento interesante o una brújula moral firme para que esa provocación sea algo más que ganas de llamar la atención. No es lo mismo hacer gracietas supuestamente negras en torno a una tragedia que intentar demoler a cañonazos los límites sobre explorar el nazismo como se hace en ‘El libro negro’.
En una Holanda ocupada por los nazis
El gran regreso de Paul Verhoeven a su Paises Bajos natal tras perder el favor de Hollywood con el cambio de siglo es un thriller bélico de lo más inusual y pintoresco. Atravesando tensiones de espías durante la Segunda Guerra Mundial con un erotismo sorprendente aunque marca de la casa, la película ofrece una estimulante y entretenida experiencia que se va a poder ver hoy en televisión a través de Paramount a partir de las 23:50.
En la Holanda ocupada durante la Segunda Guerra Mundial, una joven judía ve exterminada a toda su familia de mano de las tropas alemanas. Buscando venganza, se alía con los grupos clandestinos de la Resistencia que buscan luchar contra el nazismo. Esta mujer deberá infiltrarse en el Cuartel General germano para recabar información que libere a los combatientes encarcelados y acabe con la guerra.
Verhoeven crea aquí lo más cercano que va a poder hacer a algo personal o realmente vivido, ya que él mismo vivió la ocupación nazi en su país durante su niñez. Aunque su obra ha estado atravesada por una militante respuesta hacia el fascismo y todo lo que apeste a autoritarismo desde la sátira más chalada, como en ‘Robocop’ y ‘Starship Troopers’.
Aquí lo lleva ya al terreno más realista, aunque siga siendo un concepto con el que el cineasta neerlandés siga teniendo interés relativo. No tiene miedo a elevar el disparate en las intrigas de espías o en momentos más cargados sexualmente, que pueden derivar a extremos de provocación que, sin embargo, en su caso se vuelven otro elemento estimulante más.
Al fin y al cabo, estamos ante alguien dispuesto a retorcer las tuercas con intención de señalar y cuestionar, sea a unos individuos malignos o un sistema opresivo. Es lo que hace tan excitante en todos los aspectos el cine de Verhoeven, y fue todo un alivio que recuperase este músculo en su regreso a Europa tras la debacle de ‘El hombre sin sombra’.
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