Vivimos en la época del streaming. No cabe duda. Hay películas fantásticas que solo hemos visto en la pantalla de nuestro televisor sin pasar antes por cine (algo que no hace tanto era impensable), y las distribuidoras apuestan cada vez más por no arriesgarse y vender las producciones directamente al medio que toque sin gastar un euro en hacer copias y distribuirlas. En tiempos de crisis, pasar por la pantalla grande es visto como un riesgo innecesario… ¿O quizá, bien jugado, es la única manera de que te vean?

Mejor no se pone

Lo más probable es que los nombres de Nick Toti y Rachel Kempf no te suenen de absolutamente nada. Y eso que, en algo más de una década, juntos o separados, han producido una veintena de proyectos -la gran mayoría cortometrajes- con un resultado desigual. Dicho de otra manera: tras pasar por festivales de mala muerte, los han subido a Internet de forma gratuita ante la pasividad de todo el mundo. Nada que no sepamos: si no tienes una base de fans o el apoyo de una major, ¿a quién le va a interesar tu pequeño proyecto amateur?

Sin embargo, algo ha cambiado con su última película, ‘It doesn’t get any better than this’, que algunos pudimos ver, por ejemplo, en el Festival de Sitges y cuyo gancho para atrapar al público es un gimmick tan sencillo como sorprendente: la película jamás se subirá a Internet, y la única manera de verla es pasando por una sala de cine. Ni en streaming, ni en compra, ni en alquiler, ni en descarga gratuita: si no pudiste verla cuando estaba proyectándose, mala suerte. Y, efectivamente, su argumentación tiene sentido, tal y como le han comentado a Variety.

Llevo haciendo películas desde hace 15 años, casi todas las he sacado gratis en Internet, y nadie le ha prestado atención a ninguna de ellas. Así que pensaba «Bueno, esto es algo nuevo». No es que no hubiera intentado que la gente se interesara en ellas. Simplemente no tengo una sensibilidad muy comercial, y, por tanto, la mayor parte del tiempo no hago las cosas de una manera muy comercial.

Con esta, dije «Bueno, es terror, así que ya hay un público de base», un problema que siempre he tenido con el resto de mi producción. Sabemos que hay fans del found footage específicamente, así que podemos conectar con esas personas. Pero nos dimos cuenta de que había un truco que podía ser explotado. Nunca tuvimos como meta que la película se hiciera realmente grande, pero cuando empezó a tener más atención, fue un cambio para nosotros.

En los mejores (o peores) cines

La película en sí no tiene mucho misterio: es un found footage de una casa encantada con el divertido (y honesto) giro de que los protagonistas se interpretan a ellos mismos con sus vidas reales. Por ejemplo, antes de empezar te explican la tormentosa vida amorosa de Nick y Rachel, y su relación con Christian, el amigo de ambos que a lo largo del metraje va y viene. El final es bastante espeluznante y tiene momentos muy logrados de «terror barato», pero hasta llegar allí, todo sea dicho, te esperan muchas escenas que no llevan a ningún sitio. Bueno, claro, si es que consigues verla en algún festival, porque no tiene pinta de que vaya a conseguir distribución internacional.

Las críticas, sobre todo en la siempre incisiva Letterboxd, no son las mejores, pero el interés del público ha crecido después de la revelación de su truco comercial, así que tras varias proyecciones hechas por ellos mismos, han logrado que se proyecte en diez ciudades de Estados Unidos… ¡Y están consiguiendo vender todas las entradas! ¿Eso qué significa? Que ante ellos se abre todo un mundo.

Ya preparan dos nuevas películas (una de ellas un slasher titulado ‘Scary New Year’) y tienen más ilusión que nunca por seguir rodando. Mientras, ‘It doesn’t get any better than this’ se seguirá proyectando en cualquier sitio que muestre interés por hacerlo. Al fin y al cabo, con este modelo de negocio pueden seguir explotando su película durante años y años, moviéndola por zonas rurales americanas.

¿Es este el futuro del cine y de las películas pequeñas, que nos prometan que no va a haber otra manera de verlas? ¿Es solo una tirita para una herida que no para de manar sangre? ¿Un truco como los que en su día montaba William Castle? Lo único que está claro es que, si la hubieran sacado en YouTube de gratis, ahora flotaría en la nada con todos los proyectos -más o menos buenos- de los que nadie jamás habla. Nuevas maneras de entender una industria eternamente cambiante.

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