Por fin se estrena en España la magnífica ‘Stopmotion’ (2023), un turbio descenso a la locura de una animadora de fotogramas que mezcla asimismo diferentes técnicas de animación claymation y stop-motion, con una narración de acción real invadida por las creaciones de pesadilla de su trabajo. Imprescindible para amantes del estilo Quay Bros, está disponible en Movistar+ desde el 29 de octubre y es una opción perfecta para empezar la noche de Halloween.
Sin duda una joyas del cine de terror ocultas de este 2024, aunque es más independiente y pequeña que ‘Longlegs’ o ‘La sustancia’, les planta cara con una concepción del horror retorcida y putrescente que no acostumbramos a ver en salas. Viene con los galones de ser el primer largometraje y la culminación de la obra del prestigioso Robert Morgan, genio de la animación tétrica y artista consagrado del stop-motion él mismo, que también figura como guionista junto a Robin King. Es un perfecto acompañamiento para la maravillosa ‘Mad God’.
El autor se presentó al mundo con el mítico corto ‘The Cat with Hands’, el cuál dirigió en 2001 pero se hizo viral en 2009, cuando lo subió a youtube, logrando una vida extra de popularidad cuando Guillermo del Toro lo compartió en twitter una década después. Morgan fue desarrollando un particular estilo en otras piezas —que pueden encontrarse también en youtube— como ‘Separation’ o su segmento de ‘ABCs of Death 2’, verdaderos viajes infernales en los que lleva al extremo la técnica con materiales viscosos y diseños desagradables.
Animación prohibida a los niños
En ‘Stopmotion’ mezcla su animación para adultos con una narrativa más o menos convencional en donde seguimos la inquietante historia de obsesión de Ella, la hija de Suzanne Blake, una famosa animadora con artritis que necesita de su ayuda para completar su última película. La situación da un vuelco oscuro cuando Suzanne cae en coma y Ella debe enfrentarse al proyecto de su madre a costa de su propia cordura, especialmente cuando conoce a una niña en su edificio que la desafía a superar los límites de su oficio, comenzando un tortuoso proceso en donde pierde la noción de la realidad.
En un principio, el planteamiento sigue cierta tradición de un cine de terror en el que la obra del artista cobra vida y absorbe su subconsciente, que existen desde la serie B de ‘El morador de las tinieblas’ (1988) o ‘Historias de miedo para contar en la oscuridad’ (2019) a las más alegóricas, como ‘Paperhouse’ (1988), pero si Morgan conjura el arte tortuoso de Francis Bacon no es por casualidad, y quizá haya tenido en cuenta el heterodoxo biopic del pintor ‘Love Is the Devil: Study for a Portrait of Francis Bacon’ (1998), que lo imbuía en sus propias creaciones grotescas.
En ‘Stopmotion’, sin embargo, se abraza la simplicidad aterradora de los cuentos para plantear una disociación entre la ansiedad provocada por la presión y los lúgubres segmentos animados, embebidos en una clásica historia de ruptura nerviosa digna de los psicodramas marca House of Psychotic Women, con una absorbente interpretación de Aisling Franciosi. Es inevitable pensar entonces en ‘Censor’ (2020) durante el asfixiante desarrollo de la caída de la protagonista, que también entra en un bucle de autolesiones y alucinación que la acerca a ‘Saint Maud’ (2019), cerrando una especie de trilogía temática sobre colapsos mentales en el nuevo cine británico.
La perdición del artista obsesionado
Quizá, de todas esas espirales hacia la locura esta sea la más pesadillesca por la naturaleza grimosa de sus grotescos y espeluznantes personajes de cera que acaban tomando vida propia e infectando la percepción de la protagonista en una alucinante colisión de realidades y técnicas stop-motion. Morgan sigue el reflejo de sus propias experiencias con el intenso y a veces abrumador proceso de fotografía paso a paso y parece exorcizar sus demonios como creador de la técnica, que conlleva innumerables horas de trabajo, mucha soledad y el efecto psicológico del propio proceso creativo arte surrealista.
El propio autor ha comentado que quiso trasladar la “cosa extraña e inquietante” que se produce cuando las marionetas animadas parecen cobrar vida, una experiencia que entusiasma y aterroriza al artista. Es importante advertir que abundan en sus imágenes de body horror unos cuantos momentos de impacto, alguno de ellos causó un desmayo en uno de sus pases de Sitges en la sala Retiro y puede tener que ver con la textura de los seres. La autenticidad en la animación es evidente en su controvertida elección de utilizar carne real para hacer las marionetas, una técnica inspirada en el legendario animador Jan Svankmajer.
Esta decisión no sólo añade una cualidad visceral a la animación, sino que también sirve como garantía física de la metáfora sobre la exploración de la delgada línea que separa la vida del arte de la película, con escenas hermosamente repugnantes, y simbolismos tenebrosos sin solución que exponen el lado más turbio de la psique inventiva, los sacrificios, la imaginación y la complejidad del proceso creativo, convirtiendo a ‘Stopmotion’ en una verdadera historia de terror sobre el viaje artístico en su concepción más universal.
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