La debacle en taquilla de ‘Joker: Folie à deux’ ha llevado a una conclusión global de que fue un absoluto error hacer de la película un musical. Una conclusión clara en lo creativo viendo la película, pero no algo que la haga necesariamente veneno en taquilla. Este año estamos viendo éxitos en el género como el remake de ‘Chicas malas’ o ‘Wonka’, y ‘Wicked’ apunta a tener uno los estrenos más importantes este otoño.
Es fácil desmontar el supuesto desinterés general en el musical, porque la historia del cine está plagada de éxitos monumentales que se han vuelto perdurables también a través de la televisión. Mismamente este fin de semana podíamos ver a mucha gente congregada ante la misma para ver, por enésima vez, ‘Sonrisas y lágrimas’.
Cantando en el monte austriaco
El despampanante clásico de la década de los sesenta, protagonizado por unos asombrosos Julie Andrews y Christopher Plummer y dirigido por un gran artesano de Hollywood como Robert Wise, es uno de esos fenómenos imperecederos. Una desbordante colección de canciones y anti-nazismo que hoy día se puede ver en streaming a través de Disney+.
La jovial novicia Maria abandona su abadía de Austria, teniendo que recurrir a un trabajo de institutriz para una familia de siete hijos regida de manera estricta y con puño de hierro por un militar retirado y recientemente enviudado. Maria hará de su objetivo vital devolver la alegría a los von Trapp, educando desde la melodía y el respeto.
La película ha perdurado claramente como uno de los grandes ejemplos de un musical sesentero muy alegre y esperanzador, intentando preservar un ambiente de ilusión antes de que los setenta llevasen al género a terreno más complicado y en ocasiones hasta oscuro. Andrews se volvió claro símbolo de este tipo de película juntando esto con ‘Mary Poppins’.
‘Sonrisas y lágrimas’: emoción perdurable
Las canciones de Rodgers y Hammerstein han perdurado hasta en clases de música, sin necesidad del contexto fílmico para llegar al público, intentando llevar las buenas intenciones al terreno más edulcorado como la película en general. Wise muestra ese clasicismo bárbaro que le ha consolidado como artesano, aunque este no sea su trabajo más redondo en el terreno musical (difícil resistir la comparación con ‘West Side Story’, que se lo digan a Steven Spielberg).
Su tendencia a la simplificación no casa del todo con una escala emocional, visual y narrativa algo desmesurada, donde tres horas resultan algo ligeramente cuesta arriba en su caso. Incluso aunque sea loable su oposición al nazismo, sólo se centra en la opresión a la libertad, no a mostrarlos como fuerza maligna multifactorial. Pero claro, sería absurdo pedirle que fuera ‘La zona de interés’, cuando consigue ser un espectáculo agradable que fue todo un fenómeno en su estreno. Durante cuatro años y medio estuvo mostrándose en los cines comerciales de forma ininterrumpida, regresando ocasionalmente al primer puesto, consiguiendo un récord que ya ninguna película será capaz de igualar.
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