Kevin Costner ha protagonizado películas de todo a lo largo de sus de 40 años de carrera como actor, pero la mayoría le recuerda sobre todo por sus aportaciones al western. Sin embargo, hay otro largometraje ajeno al cine de oeste que los supera a todos con holgura. Es una época obra maestra estrenada hace ya 34 años y titulada ‘J.F.K.: Caso abierto’.
Esta película supuso el único encuentro profesional de dos grandes titanes de la época. Por un lado, Costner acababa de estrenar ‘Bailando con lobos’, todo un bombazo comercial que además acabaría ganando 7 premios Óscar. Por otro, Oliver Stone, quien por aquel entonces había ganado ya tres premios de la Academia, uno como guionista -por ‘El expreso de medianoche’- y dos como director -por ‘Platoon’ y ‘Nacido el cuatro de julio’-.
Extraordinaria
Lo cierto es que Costner no se lo puso fácil a Stone, pues rechazó el papel antes de que su agente lograse hacerle cambiar de idea. Él fue la guinda de un espectacular reparto repleto con tantos rostros conocidos que muchos ejecutivos matarían por hacerlo conseguido. Es cierto que eso ayudó a que el presupuesto se elevase hasta los 40 millones de dólares, una cifra muy respetable para la época, pero es que luego ‘J.F.K.: Caso abierto’ fue un enorme triunfo comercial con unos ingresos mundiales de 205 millones.
El propio Stone escribió el guion junto a Zachary Sklar con algo muy claro desde el principio: alimentar la teoría de la conspiración alrededor del asesinato de John F. Kennedy. Eso le valió algunas críticas en su momento, pero es la base sobre la que se construye un impresionante thriller político en el que todo encaja en su lugar. Podrás poner en duda su visión de lo que sucedió realmente, pero la ejecución de la misma es sencillamente inmejorable.
Ahí resulta clave la obsesión del propio Stone por la historia, quien despliega todo un arsenal de puesta en escena para enganchar al espectador y no soltarle en ningún pese a sus más de 3 horas de duración. Por supuesto que el excepcional trabajo del reparto también ayuda mucho, pero tampoco nos olvidemos de la genial banda sonora de John Williams o del impecable trabajo en la fotografía de Robert Richardson para impulsar aún más la fuerza de las imágenes compuestas por Stone.


Por su parte, Costner compone una fascinante versión de Jim Garrison, papel para el que también se tanteó a Mel Gibson y Harrison Ford. El actor se entregó tan a fondo que no solamente se reunió con el propio Garrison, pues también lo hizo con adversarios suyos en la vida real. Muy inspirado en todo momento, es en el tramo final donde tiene que darlo todo para vender la teoría que defiende la película.
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