Cualquier tipo de negociación en este momento en Venezuela empieza y termina en Nicolás Maduro. En nadie más. Los que lo han tratado últimamente al presidente venezolano aseguran que no va a dar un paso al lado y que va a resistir hasta las últimas consecuencias la presión de Estados Unidos. “Ya lo decidió, no se va a ir. Ahora le toca mover ficha a Trump”, señalan fuentes al tanto de la situación.
Maduro y sus principales estrategas políticos y militares observan con mucha preocupación el destacamento de guerra estadounidense fondeado en el Caribe. La Casa Blanca dijo, en un principio, que su misión era atacar a los barcos que transportaran droga hacia su país y así lo han hecho en al menos cuatro ocasiones, con ataques letales que han matado a todos los miembros abordo. Sin embargo, con el paso de las semanas ya ni Trump ni Marco Rubio, el secretario de Estado, ocultan que su deseo es que Maduro, al que consideran un líder ilegítimo, deje el poder y se inicie una transición política en Venezuela.
En las condiciones actuales, aseguran las mismas fuentes próximas al Gobierno chavista, eso no va a ocurrir. La última palabra solo la tiene Maduro y su determinación en continuar es absoluta. “Maduro ya prácticamente no tiene otro destino que resistir lo que sea y esperar que Trump dude”, cuentan. En el Palacio de Miraflores, la residencia y sede del Gobierno chavista, manejan un supuesto informe del Pentágono, no se sabe si apócrifo, que aconseja no atacar Venezuela.
“Maduro no se va a ningún lado. Eso seguro”, insisten. El presidente y su entorno calculan que Trump nunca va a dar la orden de atacar militarmente Venezuela. Hacer saltar por los aires lanchas salidas de la costa venezolana, supuestamente cargadas de fajos de droga, ha sido una primera provocación y esperan incluso que eso vaya a más. Ese siguiente escenario, como ya han insinuado desde Washington, podría ser lanzar misiles contra cárteles dentro de territorio venezolano (Rubio sostiene que el presidente venezolano dirige El Cartel de los Soles, una organización criminal nacida en el seno del ejército bolivariano). Maduro se mantendrá firme y buscará apoyo internacional para frenar una invasión, pero saben que responder podría ser fatal.
El alto mando chavista lo compone, además de Maduro, los hermanos Rodríguez, Delcy y Jorge; Diosdado Cabello, el número 2 del régimen; y Vladimir Padrino, el ministro de Defensa. En total, cinco personas. En círculos diplomáticos internacionales, se tenía a Jorge Rodríguez como un moderado que tarde o temprano lideraría una transición democrática, pero se ha visto que no ha sido así. Algunos analistas sostienen que convencer a Padrino de no llevar el enfrentamiento hasta sus últimas consecuencias sería otra opción, pero todos esos caminos, de acuerdo a las fuentes consultadas, están cerrados. Maduro negocia todo, se le consulta todo, dirige todo. El presidente sabe que se juega incluso su integridad física en esta contienda. Ahora mismo están unidos, sin fisuras, enfocados en lo mismo: permanecer en el poder.
Los cinco han desarrollado al máximo el instinto de supervivencia después de más de seis años gobernando en una situación límite. A una crisis económica que redujo el PIB en un 80%, hay que sumar los millones de venezolanos emigrados, las sanciones internacionales que han dificultado su financiación a través del petróleo, las denuncias de violaciones de derechos humanos de organizaciones internacionales y el aislamiento al que otras naciones han sometido al Gobierno, sospechoso de atribuirse el año pasado una victoria electoral que no fue tal. Con todo en contra, los líderes chavistas se han convertido en maratonianos de la resistencia.
Por eso, también creen que esta tormenta pasará. Calculan que el costo de un enfrentamiento armado para Estados Unidos sería muy alto y se citan a sí mismos ejemplos como los de Vietnam o Afganistán. A la hora de pulsar el botón rojo, están convencidos de que Trump se echará atrás. Maduro lo apuesta todo a esa indecisión.